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Errare humanum est

  • Foto del escritor: Gisela Barbarosch
    Gisela Barbarosch
  • 24 may 2017
  • 3 Min. de lectura

El día que Adele y los Grammy nos hicieron acordar que equivocarse es humano. El domingo 12 de febrero de este año, decidí ver la entrega de los Grammy. Después de mucho tiempo de no ver ninguna entrega de premios, me senté cómodamente frente a la tele, y me dispuse a disfrutar. No me interesaban tanto los premios en sí mismos. Desde chica, me divierte ver los trajes, vestidos, las rarezas, los maquillajes, los looks, esa parte "fashionista" de toda alfombra roja. Pero principalmente, lo que siempre me gustó, es ver y escuchar las presentaciones musicales. Recuerdo que en una época no tan lejana, me conocía absolutamente a todos: desde el conductor de la ceremonia, pasando por los presentadores, hasta cada nominado o grupo/cantante que hacía su show. Este domingo sentí que algo había cambiado.... puteé para adentro en varios idiomas, hasta inventados, cuando me di cuenta que, por lo menos, la mitad, no tenía idea de quiénes eran. Y, para mi asombro, terminaba preguntándole a mi hija de 10 años quién era ese de pelo amarillo, o la del vestido rojo. Pero con el correr de los números musicales, sentí que no sólo había mucho desconocido para mí, sino que además no siempre lo que parece perfecto lo es! Y esto va para varios aspectos de la vida....Lo cierto es que esos shows, milimétricamente digitados, planificados y ensayados, también podían salir mal! Aleluya: no existe la perfección total!Los números eran en vivo, y el programa lo estaban viendo millones (más de 25!!!) de personas. Si algo sale mal, o fuera de lugar... no hay retorno. Metallica tuvo problemas de sonido. Mientras su líder y cantante hacía muecas mudas frente al micrófono, Lady Gaga desplegaba su histrionismo vocal a lo grande. Por suerte al poco rato, avivados de la situación, empezaron a cantar del mismo mic y en poco tiempo el problema de sonido de James Hetfield quedó solucionado. Pero eso no fue nada. Adele arranca a cantar FastLove, el tema de George Michael, casi a Capella, sobre un único sonido de una sola nota, una sola tecla del piano que empezaba a repetirse lastimosamente, de una manera, que a mi entender, sonaba disonante. Luego se introduce un instrumento de cuerdas, y ahí ya no quedaban dudas de que algo no andaba bien... Atrás se veía la orquesta, alistada para en cualquier momento ser el colchón de acompañamiento de la voz. Me preguntaba en ese momento, cómo hacía Adele para afinar una estrofa entera, sobre la misma nota todo el tiempo. Le habían dado la nota para arrancar? Cómo saber que estaba cantando en la tonalidad correcta? Esa tecla del piano era la nota que le daba el pie, pero sostener la afinación con esa sola nota....Qué genia, me dije... Pero cuando la orquesta comienza, no lo pudo sostener más... si seguía la canción iba a sonar muy mal. Y decidió cortarla, interrumpirla.... mostrar su humanidad frente a millones de espectadores, entre los que se encontraban varios popes de la música mundial. Su espontaneidad y grandeza la hicieron frenar. Qué situación! Cómo se hace para no poder desaparecer en ese mismo instante. Cómo no sentirse incómoda ante la pifiada! Por suerte sus colegas, que saben lo que significa enfrentarse a ese tipo de contextos, la aplaudieron y apoyaron. Para que finalmente, se pueda seguir adelante con el homenaje a una de las mejores voces que dio la música inglesa, un queridísimo y respetado George Michael. En un mundo en dónde cada vez más buscamos la perfección, en donde la competencia nos lleva a una carrera contra uno mismo, en donde parece ser que el reconocimiento llega siempre de la mano de el "ser exitoso". Exitoso para el afuera, y sin equivocaciones. Porque una equivocación te puede llevar a retroceder varios casilleros. Adele nos muestra, que nos podemos equivocar, porque no somos infalibles, ni siquiera en aquello que más dominamos o sabemos. Y que no por eso dejamos de ser buenos en algo. Se habla de papelones, se recorta un instante en que cometemos el error, del resto de nuestras vidas. Se ve más la equivocación, se prende esa luz roja en la que se posan los ojos de los demás, y sentimos caer... como si equivocarnos en algo, borrara de un plumazo todo lo que hacemos bien. Yo misma debo confesar que no me perdono las pifiadas, y sobre todo, cuando canto. Por eso, a esta Adele, la humana, la mujer, la que se disculpó como pudo, tengo que decirle: gracias!!!! Y rescatar lo bueno, lo que sí fue, lo que salió bien: su tema Hello, espectacularmente cantado e interpretado, demuestra que por más equivocaciones que tenga, sigue siendo una grande. Perdonarla y no juzgarla. Podemos hacer eso....con nosotros mismos y con los demás? Yo me quedo con esta imagen...y digo: Hello!


 
 
 

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